Buenos días a todos/as:
Después del 1º capítulo, os dejo el segundo fascículo de Leoncio: las aventuras de un gato cabrón.
Espero que os guste y ...dejad comentarios....
ECN.
CAPÍTULO 2
…De cómo me caí del tejado una noche…
Hola, os
acordáis de mí, soy Leoncio, el mejor gato del mundo, aunque a veces…
Ya os conté
cómo fue el inicio de mi vida en la casa de mis dueños, no voy a cansaros con
descripciones sobre las muchas horas que duermo, ni las que como o las que meo…
perdón. El caso es que recuerdo una noche en la que mi adorada vida dio un
vuelco.
Yo dormía
plácidamente a los pies de mi ama mientras ella veía una de las series que más
le gusta: Pájaro rojo o algo así…. Un momento, ella me dice algo… A, sí: ÁGUILA
ROJA. Pues eso que yo dormía entre el sonido de la espada ninja de ese
espadachín desface entuertos (palabro muy del siglo XVII jeje, luego dirán que
no soy listo ni ná) sin darme cuenta realmente del paso de las horas. Hasta que
llegó el momento de irse a dormir y empezó la rutina de todas las noches:
- . Mi dueña se levanta del sofá y se dirige al patio para cerrar las puertas e impedir que Babel salga y ladre por la noche.
- Se acerca a mi comedero y lo llena de comida y agua para las horas nocturnas, que no me falte de ná..
- Abre una de las ventanitas de las habitaciones de arriba para que yo pueda salir al tejado.
Quizás
debería explicaros un poco el paso 3:
Yo,
desde pequeño he querido salir a la calle un rato, casi siempre de noche y mi
ama me abre para que yo disfrute y si no lo hace yo tengo mi forma de
conseguirlo, la verdad es que entiendo que soy un poco molesto y llamo a su
puerta, llamo a su puerta, salto en su puerta hasta que me abre, sin importarme
la hora, así que decidió dejarla siempre abierta para que así no la despierte a
las cuatro de la mañana y yo feliz, jejje, ¡va a ser cierto eso que me dice de
que soy un mimao y un pesao!
Volvamos
a la historia, esa noche de jueves yo salí como de costumbre a mi tejado, me di
mis vueltas de rigor, me metí de nuevo a dormir en mi cama, volvía a salir y a
entrar, es lo que siempre hago (tengo culillo de mal asiento en general), pero esa
noche había llovido un poco y en uno de esos saltos resbalé y caí al patio.
¡Qué
terrible desgracia! Fue la primera vez en mi vida que me vi solo y sin poder
volver a subir a mi cama. Aún lo recuerdo: yo intentando regresar y sin poder
resguardarme de la lluvia, estaba aislado en la fría noche. Maullé, sin embargo
estaba muy lejos de la ventana para que me oyeran y a las seis de la mañana
ocurrió el milagro, mi dueña se levantó al servicio y no me vio por ahí; me
llamó varias veces y al ver que no aparecía se puso nerviosa y empezó a
buscarme con desesperación. Fue entonces cuando yo, desde abajo, contesté a sus
llamadas y al final localizaron mi maullido en la calle, mis dueños salieron en
bata y zapatillas a buscarme y por fin me rescataron de la lluvia, menudo susto
pasé y les hice pasar.
¿Aprendí la lección? Por supuesto, un par de días
hasta que quise volver a mis paseos nocturnos, insistiendo de nuevo hasta que
me abrieron, pero esta vez sí que tuve más cuidado, ya no he vuelto a caerme,
si salgo al patio es porque quiero.Bueno hasta otra...
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