Quiero hacer una entrada especial basada en los datos históricos del emperador Adriano y Antínoo, su adorado efebo griego. La verdad es que iba a dedicarme a escribir yo su vida, en la que me basé para unos capítulos de la novela "Génesis. Crónica de un amor"que escribí y una de las vidas de mi protagonista masculino, pero, buscando por ahí, vi la entrada dedicada a ellos de un blog que me encantó, así pues, decidí aprovecharla y usarla. La dirección web del blog es la siguiente:
http://homocronicas.blogspot.com.es/2012/11/adriano-y-antinoo-una-fascinante.html
Y aquí os dejo lo que sobre Adriano y Antínoo cuenta. Espero que os guste tanto como a mí, porque me encantó escribir esa parte, desde que conocí la historia de Antínoo por el arte me fascinó su figura y fue un placer utilizarlo en mi primera novela.
Un saludo.
ECN.
"Una noche más Adriano era incapaz
de conciliar el sueño. Apoyado sobre la balaustrada que da frente a las aguas
inmensas y serenas del Mediterráneo, con los ojos rebosantes de la más líquida
amargura que jamás tuvo en su vida, miraba al cielo buscando ver allí a su
adorado Antínoo. Y al fin creyó verle sonreír en la inmensidad de la noche,
como un destello infinito que iluminó las lunas tristes de eterna
soledad".
(Del relato corto inédito de Rafael
Arribas El ombligo de Antínoo).
¿Quién no ha oído hablar del emperador
Adriano y su esclavo Antínoo? Posiblemente sea la pareja masculina más famosa
de todos los tiempos y motivo recurrente en la literatura gay. Sin embargo, no
todos conocen los entresijos por los que discurrió este amor griego en plena Roma
imperial y su proyección hasta llegar al siglo XXI, cuando el culto a Antínoo
aún pervive. ¿Cuánto hay de verdad y cuánto de leyenda en esta hermosa crónica
de amor y pasión? No siempre es fácil dibujar la delgada línea que a veces
separa la realidad de la fantasía.
LOCURA DE AMOR
La pasión que Adriano (73-138
d.C.) sintió por el bello Antínoo pasó a la historia porque el
augusto imperator quedó trastornado por la muerte prematura
del muchacho, quien se ahogó de forma misteriosa en el Nilo durante un viaje a
tierras egipcias. De no haber sido por aquel dramático desenlace, éste no
habría pasado de ser un caso más de los muchos habidos entre un pedagogo erastés y
su núbil erómenos, relación habitual en la Grecia clásica, cuyos
ecos llegaron hasta la misma Roma. Pero la soledad y tristeza de Adriano ante
la pérdida del bello efebo fue tan intensa que le impulsó a perpetuar su
memoria de manera obsesiva.
Erigió estatuas en su honor a ambas
orillas del Mediterráneo, desde el Cáucaso hasta Hispania. Acuñó monedas de
curso legal con su efigie. Construyó templos por doquier dedicados a la nueva
deidad. Levantó un mausoleo, el Antinoeion, en la Villa
Adriana, en la colina del Tívoli, cerca de Roma. Instituyó juegos y fiestas
en su honor. Fundó y edificó una ciudad entera, Antinóopolis, en el
mismo lugar en el que su adorado amante había pasado a mejor vida. Hasta dio
nombre a una constelación para poder verle con sólo alzar la vista hacia los
cielos en las largas noches que siguieron a su desaparición.
EL JOVEN BITINIO
A los 18 años, el 30 octubre del 130
d.C., moría ahogado el joven Antínoo. Los motivos de su temprana muerte no
están del todo claros, aunque todo parece indicar que el muchacho se hundió en
las aguas profundas del Nilo ante la mirada aterrada del emperador. Comenzaba
así uno de los mitos más sonados del mundo clásico. Sin embargo, la
personalidad de aquel hermoso ejemplar humano, reflejada en los escasos datos
biográficos, no ha podido ser reconstruida totalmente mediante la investigación
histórica.
Algunas crónicas latinas señalan que el
muchacho había nacido esclavo en la región romanizada de Bitinia,
en el Asia Menor. Ello no impidió que su belleza llamara tan poderosamente
la atención de aquel emperador viajero que desde entonces le acompañaría
siempre en todos sus periplos. No se puede precisar la fecha exacta del
encuentro, ya que Adriano viajó a Bitinia en los años 117, 121 y 123/124. Por
su parte, Páncrates de Alejandría poetiza aquel primer
encuentro y lo traslada al desierto de Libia: Adriano habría
lanceado a un león que intentaba atacar al joven bitinio y de la sangre que
salpicó la arena brotó el antinóeios, una hermosa y roja flor de
loto.
HISPANIA
A día de hoy sigue habiendo opiniones
divergentes sobre el lugar de nacimiento del emperador Publio Elio
Adriano. Tradicionalmente se ha considerado que nació en Itálica,
cerca de Santiponce (Sevilla), y así lo corroboran la mayoría de sus biógrafos.
Sin embargo, una parte de la historiografía anglosajona se ha empeñado en
situar su cuna en la ciudad de Roma, basándose en una sola fuente, la Historia
Augusta, un texto que, en opinión de la profesora Alicia Canto, además de
las interpolaciones de que adolece, carece de credibilidad frente a otros
25 testimonios que ratifican sin duda su origen hispánico.
Adriano, quien heredó el Imperio del
también hispano y tío segundo suyo, Trajano, fue uno de los grandes
nombres en la historia de la Roma antigua. Dentro de su programa cultural, que
fue especialmente activo, Adriano se caracterizó por aspirar al ideal griego en
su vida personal y también social. Por eso el perfil que de él se habían
formado los romanos incluía la pederastia al estilo ateniense, entendida como
una relación entre un maduro erastés, o mentor, y su jovenerómenos en
todos los aspectos de la vida, una visión muy alejada de la estrictamente
sexual que recoge la tradición cristiana y desemboca en su moderna
interpretación. Por otra parte, su matrimonio con su esposa Vibia
Sabina no pasaba entonces por su mejor momento.
DE ESCLAVO A DIOS
Está claro que Antínoo se convirtió para
Adriano en alguien mucho más importante que un compañero inseparable. De no
haber sido así no se explica la obsesión del emperador por convertirle en una
deidad después de fallecido, obsesión que perduraría hasta su muerte, ya
sexagenario. Por otro lado, aunque por diferentes motivos, una relación tan
fuerte entre el hombre más poderoso del imperio y un joven casi imberbe, cuya
condición de esclavo le privaba de cualquier derecho, no podía pasar
desapercibida para los contemporáneos, ni para las generaciones futuras. En el imaginario
mitológico romano, Adriano y Antínoo representaban en carne y hueso el rapto de Ganímedes por Zeus.
Antínoo también ha encarnado a los
hermosos Apolo y Hermes, o el lúbrico Dionissos,
cuyo culto estaba muy arraigado en las regiones de tradición helenística. Pero
tal vez la más curiosa reencarnación del bello bitinio fue la del dios egipcio Osiris,
quien, según la creencia, también había muerto ahogado en el Nilo. Para
consolidar con mayor arraigo la deificación de Antínoo, el emperador se propuso
implantar un culto sin precedentes en las provincias orientales, un culto que
arraigó tan intensa como sinceramente, ya que se prolongó hasta bien entrado el
siglo V, esto es, varios siglos después de los acontecimientos que lo crearon.
La palma se la llevó Antinoópolis,
ciudad fundada en memoria del joven según el modelo helenístico, cuyos
habitantes recibieron privilegios extraordinarios, aunque no fue la única.
Otros lugares también acapararon el culto al favorito del emperador, como
Bitinio-Claudiópolis -su ciudad natal-, Alejandría, en Egipto, la griega
Mantinea, y hasta Lanuvium, en el mismo corazón del Lacio, cerca de Roma.
MUERTE EN EL NILO
No hay duda de que Antínoo murió ahogado
a orillas del río Nilo. Otra cosa son las circunstancias que
rodearon su muerte. Algunos historiadores apuntan que se trató de un accidente.
Otros, en cambio, afirman que Antínoo, conocedor de un augurio que profetizaba
larga vida al emperador si el joven se sacrificaba en su presencia, se inmoló
para asegurar al emperador un reinado prolongado. Por su parte, la Historia
Augusta, un texto de escasa credibilidad, insinúa que Antínoo se suicidó
ante un posible acoso sexual de Adriano.
Desde una óptica actual no habría que
descartar una intriga palaciega, con la intervención indirecta de la esposa del
emperador, quien sin duda no habría de quedar especialmente afectada tras la
muerte de aquél que le disputaba el amor de su augusto marido. Sea como fuere,
filósofos y poetas se aprestaron a escribir loas y trenas en recuerdo del joven
bitinio y el viejo emperador quedó sumido en la más absoluta tristeza.
SALTO A LA FAMA
SALTO A LA FAMA
Los esfuerzos de Adriano por consolidar
la deificación de Antínoo no fueron en vano. Aunque su culto religioso le
sobrevivió sólo hasta el siglo V, la perpetuación de su memoria ha llegado a
nuestros días, gracias a la erección de numerosas efigies y representaciones
del joven héroe en la escultura y la numismática. Desconocemos si Antínoo fue retratado
en vida, ya que todas las representaciones conservadas pertenecen a épocas
posteriores a su muerte.
Considerando sólo las esculturas
exentas, hay más de un centenar de retratos romanos de Antínoo, sin contar las
numerosas representaciones de su efigie en monedas, joyas, bronces, etc. Todas
ellas se caracterizan por su variedad iconográfica, sólo comparable a los
retratos de emperadores. Las estatuas fueron en sí mismas modelos a imitar para
la representación de efebos y personajes juveniles, lo que ha provocado
identificaciones posteriores erróneas.
Rasgos suaves, rostro lampiño con un
toque de afeminamiento, boca no muy grande con gruesos labios, nariz recta,
cejas curvadas, bucles de blondos cabellos, mirada ausente y melancólica, son
algunos de los atributos distintivos del modelo antinoóico. Mayor variedad
existe, en cambio, en lo que se refiere a la complexión y posturas del resto
del cuerpo. Ejemplos de manual son el espléndido relieve de Villa
Albani, descubierto cerca de la Villa Adriana imperial, o laCabeza
Mondragone, que formaba parte de una estatua colosal que idealizaba del
joven esclavo como la deidad Dionissos-Osiris portando una diadema.
Siglos
más tarde, en pleno Renacimiento, el descubrimiento del arte antiguo trajo
consigo un nuevo auge de la imaginería sobre Antínoo, aunque ajeno a la leyenda
del joven y a su papel en la historia. Los grandes escultores italianos vieron
en él la representación del ideal clásico e intentaron emularlo en sus obras de
arte. Surgen así el Antínoo de Belvedere, conservado en los Museos
Vaticanos, y el Antínoo Capitolino, en el museo del mismo nombre,
en la ciudad de Roma. Junto a ellos cabe mencionar por su originalidad el Antínoo-Jonás,
obra de Lorenzo di Ludovico, ejemplo de la cristianización de un joven pagano
en la imagen del personaje bíblico, y que está inspirado en el espléndido Antínoo
Farnesio del Museo Nacional de Nápoles.
¿PADRE, MAESTRO, AMANTE...?
Sin embargo, a lo largo de la historia
la relación entre Adriano y Antínoo ha pasado por diferentes interpretaciones.
En las épocas de mayor oscuridad intelectual se ha querido obviar cualquier
matiz sexual de aquella historia, llegando a decirse incluso que Antínoo era
hijo ilegítimo de Adriano, quien carecía de descendencia legal, y que, por esa
razón, la relación entre ambos era la de un padre con su hijo. Pero sabemos que
no fue una relación paterno-filial al uso, ya que, como diceRoyston Lambert,
hubo mucha pasión y probablemente mucho sexo también.
Y es que, como cabía esperar, la mayor
oposición al mito de Antínoo vino de la mano del Cristianismo, o
mejor, de los Padres de la Iglesia, quienes vieron en él el reflejo de la
corrupción juvenil y pusieron el grito en el cielo cuando algunos compararon el
sacrificio de aquel héroe-dios de Bitinia, que resucitó y ascendió al Olimpo,
con el del mismísimo Jesucristo, dios de Nazaret. Pero lejos de destruir
el mito de Antínoo, los cristianos alimentaron la creación de una nueva leyenda
que ha llegado hasta hoy. La imagen del joven corrompido por el emperador y
sometido a sus caprichos sexuales fue tomando forma a través de un estereotipo
más depurado, como desarrollaría el patriarca de Alejandría Atanasio a mediados
del siglo IV, que no sólo no eclipsó la figura de Antínoo, sino que potenció
sobremanera la idea de su sacrificio y sufrimiento acorde con la moral
cristiana del momento.
Así
llegan las cosas hasta mediado el siglo XVIII, cuando el teórico de arte
clásico Johann J. Winckelmann redescubre la
historia de Adriano y Antínoo, difundiendo una nueva estética del bitinio como
la de un joven melancólico. Por aquella época el pintor Agostino Penna había
copiado un busto del efebo para su libro Viaje pictórico de Villa
Adriana. Habría que esperar un siglo para que John Addingston Symonds rompa
en 1898 con la tradición de omitir la cita de Antínoo en las biografías
escritas sobre Adriano. A partir de entonces, ambos nombres permanecerán
indefectiblemente unidos.
LA FASCINACIÓN DE LOS POETAS
Pero fueron los poetas e intelectuales
del siglo XIX quienes dieron actualidad a la pasión obsesiva del emperador
hacia su joven favorito. En la búsqueda de precedentes para ese amor 'que no
osa decir su nombre', eruditos y estudiosos universitarios británicos vieron en
la pareja Adriano-Antínoo un buen referente donde ubicar sus propios anhelos y
sentimientos. En pleno siglo XX fue una mujer, Marguerite Yourcenar,
la culpable de aportar ritmo e intensidad inusitados a esta historia de amor
vivida en pleno Imperio romano y convertir al joven bitinio en icono gay. SusMemorias
de Adriano, publicadas en 1951, dieron forma a una de las
novelas históricas más leídas de todos los tiempos y título imprescindible en
toda biblioteca de temática gay que se precie.
La trágica muerte de Antínoo fascinó a
poetas de todo el mundo. Oscar Wilde no podía ser
menos, así que se refiere a él en su poema La esfinge. La figura
del bitinio inspira a escritores alemanes de la talla de Schiller, Goethe y Stefan
George. También el portugués Fernando Pessoa le dedica su
poema Antinous, escrito en inglés en 1918, donde dice cosas como
ésta:
La lluvia, afuera, enfría el alma de
Adriano.
El joven yace muerto.
En el lecho profundo, sobre él todo
desnudo,
la oscura luz del eclipse de la muerte
se vertía.
A los ojos de Adriano, su dolor era
miedo.
Incontables son los ejemplos en la
literatura contemporánea universal. Una aportación interesante en lengua
española se debe a la pluma del argentino Daniel Herrendorf y
sus Memorias de Antinoo (2000), que intenta reflejar, mediante
un existencialismo surrealista pulcramente desarrollado, la otra
cara de la moneda de aquella historia de amor, desde una perspectiva más
carnal, o la recién salida a las librerías La coartada de Antínoo,
de Manuel Francisco Reina (2012), que en primera persona narra
la historia del joven bitinio justo el día antes de su muerte.
ANTÍNOO EN ESCENA
De una forma inconsciente o deliberada
Antinoo también ha sido recurso cinematográfico para muchos directores de cine
gay. Sin embargo, hasta ahora no contamos con ningún largometraje que aborde de
lleno el trasunto de esta historia de amor entre hombres vivida en pleno
Imperio Romano. El director John Boorman, autor de filmes tan
conocidos comoZardoz, El exorcista II o Excalibur,
ha proyectado la realización de una película basada en la novela de la
Yourcenar, con el título en inglés, Memoirs of Hadrian,
cuyo estreno, previsto para el año 2008, aún no se ha producido a estas
alturas.
En la esfera del arte plástico, de un
tiempo a esta parte Antínoo ha captado la atención del mundo académico a través
de exposiciones monográficas. Entre los años 2004 y 2005 tuvo lugar en el Museo
de Pérgamo de Berlín la muestraAntínoo, amado y
dios. Poco después, Antínoo y el rostro de la Antigüedad,
organizada en la ciudad de Leeds por la Fundación Henry Moore,
volvió a recrear en 2007 todo el ideal artístico generado a través de la imagen
del joven bitinio. El último montaje expositivo se centra en la devoción de
Adriano por su favorito y lleva por título Antínoo. La fascinación de la
belleza. La muestra, que tiene lugar en los restos del Antinoeion romano,
junto a Roma, permanece abierta hasta el 4 de noviembre de este año
2012 y pretende captar la atención del público cara a la restauración prevista
del mausoleo para el 2013.
LOS AMANTES DE ANTINOÓPOLIS
Un extraño hallazgo se entrecruza con la
fascinante historia de Adriano y Antínoo, añadiendo nuevas evidencias que hacen
del amor entre hombres una práctica más normalizada en aquellos tiempos
antiguos de lo que algunos quieren hacernos creer. En la excavación de la
ciudad de Antinoópolis -actual El-Sheij Ibada-, que dirigió el
arqueólogo John AlbertGayyet entre 1896 y 1911, apareció un tondo
funerario, pintado sobre madera, al estilo de las pinturas de gran realismo que
cubrían las momias de El Fayum.
Lo extraordinario de este tondo,
guardado en el Museo de El Cairo (Egipto), es que representa
los retratos de dos hombres que probablemente fueron enterrados juntos. La
historiografía tradicional los identificaba como hermanos, una mojigata
interpretación que cae por su propio peso, dado el escaso parecido de los dos
difuntos -el uno es de tez blanca y el otro de piel morena-. La
pieza se data entre los años 130 y 150 d.C, esto es, fue realizada en los años
siguientes a la muerte de Antínoo. Por sí esto no fuera suficiente, se observa
que detrás del hombre de la izquierda aparece la imagen del dios
Antínoo-Osiris, de lo que puede suponerse que ambos pertenecían al culto de la
nueva deidad.
UN MITO ETERNO
Decía el británico Royston
Lambert que el escándalo fue lo que mantuvo viva la memoria de
Adriano. Los padres de la Iglesia contribuyeron a la mitificación de este amor
profano tan extraordinario como intenso. Por otra parte, la historia de amor y
muerte que se cuenta fue otro de los motivos que contribuyeron a la rápida
deificación del bello esclavo, en una etapa de armonía y prosperidad sin
precedentes por todos los confines del Imperio romano. De otra forma no se
explicaría que el culto de Antínoo sobreviviera hasta bien entrado el siglo V,
esto es casi tres siglos después del reinado de Adriano, como sucedió en
realidad.
Con el paso de los siglos, la bella
historia de amor entre Adriano y Antínoo ha llegado hasta nosotros casi
intacta. Y no sólo como contribución impagable para la historia de la
homosexualidad. El mito de Antínoo trasciende a la misma relación establecida
entre los dos hombres. Por encima de todo, a través de la historia creada en
torno al último dios del mundo clásico -como lo definió Francisco de la
Maza-, las dualidades del amor y la muerte, el tiempo y la memoria, la
religión y la magia, lo antiguo y lo nuevo, la belleza y el poder, cobran hoy
un nuevo sentido."
Hola! Desde que leí esa parte de tu novela donde nombran a Antinoo quede enamorada de la historia que le rodea, me encanto el post! Es muy interesante la historia y las diferentes opiniones sobre lo que fue la relacion entre este y Adriano, me encanta!
ResponderEliminarUn besote!
Muchas gracias, la verdad es que al igual que te pasa a ti, a mí siempre me apasionó este personaje y me vino de perlas porque es exactamente como me imaginé desde el principio a mi protagonista y disfruté muchísimo dándole vida en la Roma imperial. Me alegra que te haya gustado.
EliminarUn fuerte abrazo y gracias por el comentario.
ECN
Bueno y si alguna vez necesitas algo me lo dices... por aquí estamos...jejej.
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