martes, 9 de febrero de 2016

EL INICIO DE MI NUEVA NOVELA

Buenos días a todos/as.

Ya he iniciado mi nueva novela, poco a poco va cobrando forma. Aunque aún no sé el título que voy a elegir, bueno aún hay tiempo. Os dejo un pequeño fragmento del prólogo, todavía un borrador.
Espero que os guste.
Un saludo.
ECN

PREÁMBULO.

Alrededores de Targoviste, Valaquia. 1461.

Las lamentaciones y los gritos de dolor se iban disipando, los sonidos de la batalla despareciendo. El bosque los había ocultado a la perfección y el factor sorpresa funcionó, cada vez era más normal que los enemigos cruzaran sus territorios con miedo a sus rápidas y mortales incursiones, con miedo a los sonidos que la oscuridad traía consigo, esa noche la escaramuza había resultado, era fácil interceptar a los exploradores o a las avanzadillas e incluso a un ejército y poco más de cincuenta hombres acabaron con el contingente turco, los otrora aliados yacían cubiertos de su propia sangre, ahogados en su propio miedo, porque esa noche no harían prisioneros, órdenes del voivoda.
El soldado con la armadura de la orden del dragón se aproximó a uno de los enemigos, lo habían arrastrado hasta un lugar entre los árboles, más alejado de la lucha, le conocía, hacía años había combatido con él, era uno de los comandantes del ejército jenízaro y éste también lo reconoció, todos sabían quién era, todos conocían su leyenda, las historias que corrían sobre él. La mirada cargada de horror que el Dragón vio en los ojos de su víctima se lo confirmó, el hombre herido hubiera deseado que cualquier otro lo rematara, pero él…
Velkan, rara vez se quitaba el yelmo en la batalla, había sido una orden de Vlad, sin embargo, levantó la visera para que el herido lo contemplara y, despacio, extrajo su espada bastarda aún cubierta de sangre de la vaina, se situó sobre el moribundo con la punta del acero ondulando amenazante sobre su pecho y apoyó el pie calzado con el escarpe sobre su cuello aumentando poco a poco la presión y limitando el oxígeno del jenízaro. Miró a su alrededor, observando cómo sus hombres iban sesgando las vidas de los caídos a lo largo del bosque, a su lado solo se mantenía Petrus, su fiel moldavo, alguien que nunca lo delataría. Los ojos negros del Dragón denotaban su estado y volvió a mirar al herido bajo su pie, el turco lo sabía, sabía que la muerte le llegaría de forma atroz y a manos del diablo. Velkan torció el gesto en una sonrisa malvada y no dejó que la falta de aire provocara que su presa se desmayase, lo quería despierto, elevó ligeramente el pie, dándole un respiro, para dejar caer la espada sobre el pecho; sin apartar la intensa mirada, se agachó y con un giro del arma maestro e imposible, le abrió el pecho y con la mano le arrancó el corazón. El jenízaro aún estaba vivo cuando lo vio beber de él, aún tenía consciencia de lo qué estaba pasando cuando un crujido hizo que el último aliento de vida desapareciera, el nuevo golpe del pie del Dragón le partió el cuello y todo acabó. Velkan sorbió despacio el espeso y caliente líquido y arrojó el órgano seco sobre el cadáver del turco, bajando después la visera de nuevo y regresando junto a sus hombres, dando la orden para que todos terminasen su trabajo y volvieran a la capital.
La penumbra de la noche le ayudó, pero bajó la guardia y no se percató de que no eran solo él y Petrus quienes observaban la espeluznante escena, que otros ojos, escondidos y horrorizados, descubrieron su secreto y le vieron beber sangre de un corazón que arrancó con sus propias manos. El soldado huyó, susurrando plegarias y santiguándose y una sola palabra quedó grabada en su boca: dracul

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