Ya he iniciado mi nueva novela, poco a poco va cobrando forma. Aunque aún no sé el título que voy a elegir, bueno aún hay tiempo. Os dejo un pequeño fragmento del prólogo, todavía un borrador.
Espero que os guste.
Un saludo.
ECN
PREÁMBULO.
Alrededores
de Targoviste, Valaquia. 1461.
Las lamentaciones y los gritos de dolor se iban
disipando, los sonidos de la batalla despareciendo. El bosque los había
ocultado a la perfección y el factor sorpresa funcionó, cada vez era más normal
que los enemigos cruzaran sus territorios con miedo a sus rápidas y mortales
incursiones, con miedo a los sonidos que la oscuridad traía consigo, esa noche
la escaramuza había resultado, era fácil interceptar a los exploradores o a las
avanzadillas e incluso a un ejército y poco más de cincuenta hombres acabaron
con el contingente turco, los otrora aliados yacían cubiertos de su propia
sangre, ahogados en su propio miedo, porque esa noche no harían prisioneros,
órdenes del voivoda.
El soldado con la armadura de la
orden del dragón se aproximó a uno de los enemigos, lo habían arrastrado hasta
un lugar entre los árboles, más alejado de la lucha, le conocía, hacía años había
combatido con él, era uno de los comandantes del ejército jenízaro y éste también
lo reconoció, todos sabían quién era, todos conocían su leyenda, las historias
que corrían sobre él. La mirada cargada de horror que el Dragón vio en los ojos
de su víctima se lo confirmó, el hombre herido hubiera deseado que cualquier
otro lo rematara, pero él…
Velkan, rara vez se quitaba el yelmo
en la batalla, había sido una orden de Vlad, sin embargo, levantó la visera
para que el herido lo contemplara y, despacio, extrajo su espada bastarda aún
cubierta de sangre de la vaina, se situó sobre el moribundo con la punta del
acero ondulando amenazante sobre su pecho y apoyó el pie calzado con el escarpe
sobre su cuello aumentando poco a poco la presión y limitando el oxígeno del
jenízaro. Miró a su alrededor, observando cómo sus hombres iban sesgando las
vidas de los caídos a lo largo del bosque, a su lado solo se mantenía Petrus,
su fiel moldavo, alguien que nunca lo delataría. Los ojos negros del Dragón
denotaban su estado y volvió a mirar al herido bajo su pie, el turco lo sabía,
sabía que la muerte le llegaría de forma atroz y a manos del diablo. Velkan torció el gesto en una
sonrisa malvada y no dejó que la falta de aire provocara que su presa se
desmayase, lo quería despierto, elevó ligeramente el pie, dándole un respiro,
para dejar caer la espada sobre el pecho; sin apartar la intensa mirada, se
agachó y con un giro del arma maestro e imposible, le abrió el pecho y con la
mano le arrancó el corazón. El jenízaro aún estaba vivo cuando lo vio beber de
él, aún tenía consciencia de lo qué estaba pasando cuando un crujido hizo que
el último aliento de vida desapareciera, el nuevo golpe del pie del Dragón le
partió el cuello y todo acabó. Velkan sorbió despacio el espeso y caliente líquido
y arrojó el órgano seco sobre el cadáver del turco, bajando después la visera
de nuevo y regresando junto a sus hombres, dando la orden para que todos
terminasen su trabajo y volvieran a la capital.
La penumbra de la noche le ayudó,
pero bajó la guardia y no se percató de que no eran solo él y Petrus quienes
observaban la espeluznante escena, que otros ojos, escondidos y horrorizados,
descubrieron su secreto y le vieron beber sangre de un corazón que arrancó con
sus propias manos. El soldado huyó, susurrando plegarias y santiguándose y una
sola palabra quedó grabada en su boca: dracul…
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