martes, 19 de enero de 2016

LEONCIO: CAP.1

Buenos días a todos/as:
Después de la presentación de ayer, os dejo el primer fascículo de Leoncio: las aventuras de un gato cabrón
Espero que os guste y ...dejad comentarios....
ECN.

CAPÍTULO 1
Aquí estoy.
Soy Leoncio, un amor de gato, aunque mis dueños creen que soy un poco revoltoso y no sé por qué: porque no me gusta que me peinen y araño, porque no me gusta que me laven y araño, porque no me gusta que me muevan de un sitio en el que estoy a gusto y maúllo, porque quiero que me abran las puertas y las ventanas y el balcón y maúllo…Es que siempre es así; no quieren que traiga amiguitos, no quieren que entre bichos que cojo del tejado, no quieren que arañe el sofá… Pero bueno, empecemos por el principio.
Nací en un pueblo de Cuenca en el seno de una familia que tenía a mi gata madre, aunque creo que les preocupaba poco la cantidad de veces que tenga hermanos porque cada dos por tres ya está preñada; a día de hoy ¡vete tú a saber los hermanitos que tendré ya!… Pues eso, fui adoptado por la madre de mi ama y me llamaron Momo, aún hoy ella me llama así y como es normal yo no me entero. La hermana de mi dueña tiene a uno de mis hermanos mayores y decidieron adoptarme también. Cuando llegué a la casa de la abuela, que desde ese día me acogería, me encontré con una chiguagua que no parecía querer compartir hogar y no paraba de ladrar y ladrar, qué pesada y la que es ahora mi dueña me llevó de allí para cuidarme mientras crecía algo más para poder soportar al perrito.
La primera vez que llegué a lo que sería mi hogar real me di cuenta de que allí estaría a mis anchas, solo debía compartirlo con una cachorra de labrador bastante más comprensiva que la chiguagua y camelármelos con mi carita de bueno a lo gato de shrek, ya que, después de un mes debía volver con la madre de mi ama, sin embargo, tuve suerte y sintió a tiempo que mi pelo le daba alergia, gracias a eso me quedé en la casa de mi dueña para siempre. ¡Y mirad qué carita! No se distingue cuál es cuál...


La verdad es que la vida de un gato casero es bastante buena, lo fui descubriendo con el paso de los días, tenía mi comedero, mi agua y mi baño cubierto siempre limpio, muy cómodo; yo entro, orino y hago popó y ella lo limpia, ¡todo un señor! No contento con eso, la cama que me compraron pronto dejaron de necesitarla, prefería el sofá, las camas humanas y sobre todo el pecho de mi ama, que pasaron a ser mi lugar favorito. Pero no todo fue bonito, me llevé un buen susto cuando noté como mi dueña se sentaba sobre mí, sin querer claro, es que me gustaba escabullirme y esconderme, ¡menudo susto se llevó! Sin embargo, salí ileso, solo una leve cojera de atrás que se pasó en unas horas, lo cierto es que: que mi color de pelo fuera igual al del suelo no ayudaba para evitar pisarme, constantemente tenían que mirar al suelo hasta que me acostumbré a caminar entre ellos.
Poco a poco se fueron haciendo a mis costumbres, porque yo no quise acomodarme a las de ellos, aunque me regañan por afilarme las uñas en el sofá, ¡no creo que sea para tanto! Aparte de que hayan tenido que forrarlo para que no lo destroce. Ahora disfruto de una vida perfecta, haciendo lo que quiero y gozando de mis veinte horitas de sueño, lo único…. Es que mi dueña ha tomado la costumbre de situarse en el sofá, en el que antaño descansábamos los dos, con una pantalla y un teclado al que llama ordenador y se pasa horas tecleando y tecleando, lo llama escribir, el problema es que no puedo acomodarme sobre su pecho como antes porque no la dejo ver ni escribir y me retira de allí, relegándome a la parte de atrás del sofá, qué injusto, ¿verdad? ¡Pobre de mí! Sin poder chupi-chupi su sudadera, con lo que me gusta...


Bueno, pues así comienza mi historia, cierto es que al principio no me convencía mucho esto del blog, pero hablando con mi ama no me pareció tan mala idea. Las tardes de libros, de tele y series y de internet me hacen comprender mejor su mundo y estoy capacitado para tratar muchos temas, ¿qué más puedo pedir? Solo soy un gato… 
Hasta otra…

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