Hoy para celebrar el Día del Libro os dejo uno de los relatos que me escribí hace años, de esos que nunca he mostrado y que estaban escondidos entre mis cosas. La verdad es que seguro tiene mil fallos...jejejej. Bueno espero que os guste aunque sea de tema costumbrista.
Un saludo, feliz día y dejad que el escritor que lleváis dentro salga.
ECN.
"Hay
muchas formas de pasar un día de frío, sobre todo si tu vida se desarrolla
desde que naciste en un pequeño pueblo de Cuenca. La mejor es en casa, apacible
y tranquilamente, mirando caer el agua nieve por la ventana, al lado de la
calefacción o cerca de la tan amada estufa de leña que en muchos hogares de
estos lares aún se usa, y si no es suficiente, añadimos una manta en el sofá y
el calorcito de tu pareja.
Esas
tardes noches que miras a través del cristal y apenas ves, porque hasta hace
nada estaba lloviendo y se pone cada vez más oscuro en el exterior. Mientras
contemplas esto, lo último que se te ocurre es salir de tu casa. Además de la
pereza que se siente si ya es de noche, hace frío, es fin de semana y día de
descanso.
Pero
siempre hay algo que hacer en el último momento: tu madre que te manda a
comprar porque falta un ingrediente primordial para el plato de “callos”
caseros que ha decidido preparar en honor de tu cuñado, al que le gusta comer
las cosas típicas de la mancha y como todo el mundo sabe los vascos aprecian el
buen comer; una visita más de la cuenta a tu lugar de trabajo porque a tu novio
le falta fotocopiar un documento... Pues eso, que acabas saliendo a las ocho de
la noche, increpando a lo alto por tu mala suerte y abrigada hasta las orejas,
porque el frío de Diciembre es de armas tomar en estas latitudes.
No
obstante, hay algo bueno en todo esto: vas en compañía, y piensas para ti
egoístamente que por lo menos no pasarás frío sola: ¡si yo caigo, caerán conmigo!...
En este caso además de mi novio y yo, venían
mi hermana y mi cuñado, que habían llegado desde Santurce a pasar las navidades
con nosotros (ya llevaban unos días en el pueblo), y que decidieron en último
momento acompañarnos: pobrecillos, ¡¡ay, almas cándidas!!... En casa quedaron
mis padres y mi sobrina, esperando el regreso de estos arriesgados y
seguramente helados aventureros.
Al
volver de recoger lo necesario, comprar el laurel y el ajo para los callos y de
hacer las gestiones oportunas, eso sí, con la nariz roja y rezando para que no
hubiésemos pillado un resfriado y sin que hubiese por la calle en la que íbamos
más gente que nosotros mismos, apareció enfrente de nuestros ojos una caja de
cartón, allí sola y abandonada; una de las que deshecha el kiosquero y que se
había salido del radio de acción establecido para la basura. Se colocó delante
de nosotros, en nuestra trayectoria y en mitad de la calle.
El
hipotético lector de esto, piense en la situación: cuatro personas heladas por
la calle y una caja vacía de cartón en medio de su camino, ¿qué se hace?...,
exacto darle una patada.
Pues NO, mi novio tuvo la genial idea de
saltarla, ¿por qué?..., no sé, a mí no me lo pregunten. El caso es que ante la
idiotez del salto de mi chico, mi cuñado sí hizo lo que había que hacer, le
soltó una buena patada. La caja avanzó dos metros.
Después
de que el susodicho le diera el golpe, quien esto escribe no fue menos y le dio
otra patada, un poco menos lograda que la de mi cuñado, el vasco (que por eso
es vasco y más duro), y la adelanté otro tramo (¿metro y medio?), así es que,
acabó en mitad de la calle, exactamente tres metros y medio más abajo en la
cuesta.
Hasta
ahí sigue todo correcto; y os estaréis diciendo que para pegar dos patadas a
una caja no hace falta historia, y estáis en lo cierto, pero pensad, ¿qué pasa
por la cabeza de un hombre cuando tú solo saltas y los demás le dan sendas
patadas?, os dejo un rato para pensarlo…tic tac tic tac… ¡tiempo!.
Pues
sí, eso, que mi chico quiso repetir la experiencia y esta vez fue él el que se
acercó a darle el golpe, con todas sus fuerzas sí, porque él no será vasco,
pero sí de Cuenca ¡chorra! y ¡catapum! vimos volar la caja por los aires de tal
patada que le dio. ¿La caja?, no… era su zapatilla. La deportiva derecha que
tanto le había costado.
Es
malo decirlo pero todos nos desternillamos de risa menos él, ya que le tocaba
volver descalzo y con la suave lluvia a mi casa, andando sobre el suelo mojado,
sin pararse a pensar en su pie desnudo, tal era su cabreo; porque su zapatilla
estaba en el tejado del corral de enfrente viviendo libre de sus pies por fin.
El
resto de la historia es secundario: mi hermana hablando con el dueño del corral
que casualmente pasaba por allí sin dar crédito a lo que oía y sin poder hacer
nada, ya que la zapatilla estaba en el tejado, no dentro de sus dominios; y
nosotros rumbo a mi casa para volver con una escalera, un palo de escoba y unos
regaños de mi madre, a rescatar a la zapatilla del tejado. Dejando en mi casa a
mi sobrina sorprendida y con ganas de seguirnos a la aventura, pero por
desgracia para ella era demasiado pequeña para salir con ese frío.
Lo
siguiente fue: mi cuñado haciendo el gato mientras subía al tejado por la
escalera y el muro del corral escoba en mano; mi novio ayudándole a subir,
calzado con una chancla de estar por casa que trajo acompañando a la deportiva
que le quedaba y que esperaba ansiosa que le devolvieran a su compañera; y mi
hermana y yo, que no podíamos parar de reírnos
de ver el cuadro que se nos mostraba. Y aunque nosotras podríamos habernos
quedado en casa, no íbamos a perdernos el desenlace ni por todo el calor y
confort del mundo.
Al
concluir el rescate, sin ningún incidente, (ya que mi cuñado sobrevivió a su
ascenso al tejado) y después de que mi chico se calzase con sus deportivas,
volvimos a casa, al abrigo del hogar y describimos con pelos y señales lo
ocurrido al resto de mi familia.
En los días venideros, imaginad: fue la anécdota a
contar entre carcajadas y caras de resignación (por parte de mi chico que no
pudo evitar que lo contase todo, exagerando lo mío, claro)"
Hola!!
ResponderEliminarQueria darte la bienvenida a Cadena de comentarios, soy administradora de la iniciativa y del blog "Libros, historias y yo". Pronto tendréis más noticias sobre la iniciativa.
Saludos.
Por aquí estoy para lo que quieras
EliminarHola guapa!
ResponderEliminarEspero que hayas tenido un feliz día del libro y que recibieses muchos libros. Es un relato muy lindo, me quedo por aquí y te invito al mío. Besotes
Ahora mismo te visito, guapa.
ResponderEliminarHola! también vengo de CDC, ya te sigo y te devuelvo el comentario ^_^ Siento presentarme sin hablar sobre la entrada:S pero para la próxima si que comentaré debidamente :) ¡Besis!
ResponderEliminarNo está pasando a todas, ya nos iremos poniendo al día. Un saludo.
EliminarHola
ResponderEliminarvengo de CDC y ya te sigo
besos
Un placer
Eliminar¡Hola!
ResponderEliminarGracias por pasarte por mi blog, yo también te sigo.
Espero que disfrutases mucho del día del libro y gracias por mostrarnos tu relato.
Un beso y feliz sábado.
Ok, nos leemos
EliminarHola! No quise dejar un comentario sin antes leerme tu relato y debo decir que me reí con la historia jajajajajaja. Soy Nicolás de buceandolibros.blogspot.cl! Un abrazo y nos estamos leyendo!
ResponderEliminarGracias bienvenido y me pondré al día con tu blog
EliminarHola.
ResponderEliminarMe ha parecido un relato muy bonito.
Ya me quedo por aquí y nos leemos.
Chispibesitos -CDC-
Gracias y sí, nos leemos
ResponderEliminarMe encanta como escribes. He disfrutado mucho leyéndote.
ResponderEliminarP.D: vengo de la iniciativa cadena de comentarios.
Gracias y bienvenida a mi mundo jejej
EliminarHola!
ResponderEliminarAlgo atrasada pero Feliz día del libro!, gracias por compartir tu escrito :), vengo de la CDC así que estaré por aquí.
Saludos!
Igualmente, nos leemos
EliminarOk me iré poniendo al día
ResponderEliminarHola Eva, aunque ya nos seguimos, hoy vengo haciendole caso a las jefas del CDC y hago constacian ;)
ResponderEliminarNos leemos!
Jjeej claro, gracias.
Eliminar