Buenasssss, os dejo por aquí un relato que he escrito para participar en un concurso de relatos de Zenda. Espero que os guste.
#Historiasdeanimales
Primer relato
«VOLVERÁN LAS
OSCURAS GOLONDRINAS…»
Nací en un pequeño pueblo de la meseta
castellana, en La Macha. El lugar era herencia de mis padres, ellos también
nacieron allí y antes que ellos sus padres y los padres de sus padres y así
durante generaciones. Mi nido es afortunado, un nido que se construyó y
reconstruyó durante años y cuyo espacio en esa casa siempre ha estado reservado
para nosotras, hecho que agradecemos a los humanos que allí habitan. Nuestra
vida es rutinaria y cuando abandonamos nuestro nido de crianza y el país que
nos acoge en verano, volamos miles de kilómetros hasta el continente africano,
en donde ocupamos otro nido muy similar. ¿Quizás nuestra familia castellana
piense alguna vez en cómo será nuestra otra familia en África? ¿Tal vez otra
familia de un pequeño pueblo que también ame a las golondrinas como ellos?
¿Cómo serán, en qué trabajarán, cómo pasarán sus días, cómo se divertirán y por
qué sufrirán?
Yo me preocupo por sobrevivir en este
mundo lo más natural posible y esas reflexiones las dejo para los humanos. Vivo
el presente, recorriendo el cielo para alimentarme y viajando hasta que mis
fuerzas desfallezcan. Esa es nuestra existencia.
De vez en cuando entablo amistad con
algún otro pájaro o con alguna otra especie que me encuentro en mi camino y me
cuentan sus historias propias u otras que les contaron.
Una vez escuché a una cigüeña y me
contó cómo le habló una hoja que el viento movía y transportaba, ese era su devenir
junto a nosotros, el viento que es nuestro padre y nos cuida. Me contó que le
habló de su vida en un frondoso árbol y que cuando llegó la hora de caer de él,
viajó y vio el mundo, y que no todo era bueno. Me contó que le dijo que escuchó
el llanto de un niño que dormía entre cartones abrazado a su madre y a su
mascota; que viajó junto a una tortuga cuyo caparazón estaba deformado por los
plásticos vertidos al mar contaminado y que cuando se detuvo y se secó, fueron
las páginas de un libro las que albergaron su descanso eterno, las que le
mostraron la felicidad que el mundo no pudo.
Me emocionan las historias que voy
descubriendo porque me ayudan a entender otras formas de vida, a vivir a través
de ellas. Y pienso: quizás algún día alguien recuerde mi historia y la cuente.
Que cuente que oí las risas de las gentes humildes de los pueblos por los que pasé,
quienes eran felices con lo poco que tenían, con sus familias y amigos mientras
recibían el aire solano de las tardes que seguían a días calurosos mientras
charlaban y disfrutaban de la cena al aire libre.
Querría contar mi crónica y mis viajes
a la familia que acoge mi hogar. A la más joven, que mira con ojos curiosos
nuestro vuelo y a la que le gustaría saber de las gentes que nos aguardan en el
otro continente amigo. A la más mayor, que vigila con ahínco el despertar al
vuelo de mis polluelos, protegiéndolos por si cayeran o hubiera peligro cerca,
alzándolos para salvarlos y devolverlos a su lugar. A esa que conoce nuestro
canto y le pone letra que perdura en su tradición. A ellos que nos observan y
cuidan como si fuéramos parte de sus vidas, de su familia, que nos aguardan retornar
el próximo año.
Pasamos los días de verano sobrevolando
sus cabezas, sus calles, sus campos, siempre presentes y a la vez obviadas, es
el devenir de nuestras vidas y rutinas hasta que llegue el final de la estación
y alcemos el vuelo a otro lugar en el que también nos esperan.
Y así serán nuestros años y los de
nuestra descendencia en los venideros.
Volar, volver, marchar de nuevo y tornar.
Soñar y esperar porque todo continúe
igual, nuestros nidos, nuestras familias. ¿Cómo saberlo?
Desear que sigan oyendo nuestros cantos
en los amaneceres de sus días de estío, el hermoso y único trinar de las
golondrinas que da la bienvenida al despertar. Que permanezcamos en sus
recuerdos.
Sin embargo, ¡Ay, si alguna vez ocurriera!
¿Qué sería de esos cielos de verano sin nosotras? Por eso, las palabras del
poeta serán nuestro lema: «volverán las oscuras golondrinas en tu balcón sus
nidos a colgar…»
De las GOLONDRINAS de mi familia para la familia del pueblo de LA MANCHA que siempre nos acoge, no hay palabras ni cantos para agradecerles todo lo que hacen por nosotras. Pasado, presente y futuro.
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